En Frescana creemos que comer bien no debería ser complicado.
Nacimos entre cajas de frutas, olor a verdura fresca y el ritmo diario de La Vega Italia, donde aprendimos algo simple: la frescura real se nota.
No somos una cadena ni una app impersonal, somos una familia que selecciona con las manos lo que tú llevas a tu mesa.
Cada mañana elegimos lo mejor del campo y los mercados para armar canastos con productos que realmente valen la pena.
Algunos vienen directo de productores locales, otros de nuestros recorridos por los mercados centrales, pero todos pasan la misma prueba: si no está fresco, no entra.
Queremos que cuando abras tu bolsa de Frescana sientas lo mismo que nosotros cuando abrimos las cajas recién llegadas:
Olor a fruta real, color, y ese gusto a “recién elegido” que cuesta encontrar en la ciudad.
Por eso entregamos el mismo día, en las comunas donde vive nuestra clientela más fiel.
No nos interesa ser los más grandes, sino los más auténticos.
Trabajamos con cariño, sin discursos vacíos, porque sabemos que lo que importa no es el empaque, sino lo que llega a tu mesa.
En Frescana, cada fruta cuenta una historia y queremos que esa historia siga contigo.
Comer bien no es un lujo, es volver a lo simple.
Y eso es lo que hacemos todos los días.